
Muchas personas cuando se les pregunta si creen en la magia no saben que contestar, incluso la gran mayoría diría que no, que sólo son tonterías una invención para el disfrute de los niños a través de cuentos y películas de fantasía. Por eso nos califican a los que sí creemos en ella como infantiles e inmaduros, piensan que la madurez y el proceso de hacerse persona es incompatible con el arte de la magia.
Si tuviera que dirigirme a esas personas que se muestran remisos a creer en la magia de sus vidas, lo haría de la manera más sencilla sin complicados términos ni grandes debates, simplemente pediría que analizaran cada momento de su vida a fondo y, seguro, segurísimo que algo mágico encontraría. Es cierto que siempre nos hemos aferrado a lo real, a aquello que podemos ver, tocar y como no justificar de algún modo; pero en la vida hay mucha magia, más de la que nos podemos imaginar. Va más allá de las criaturas mágicas que todos nosotros conocemos como son elfos, ninfas, hadas, duendes, unicornios,…; y también de la famosa fea imagen de brujas con escobas y grandes pucheros para sus pociones. La magia la tenemos de forma constante junto a nosotros en cada actividad que realizamos, en lo bueno y en lo malo, desde que nos levantamos de la cama hasta que nos acostamos, incluso en nuestros sueños…
¿Quién no ha tenido alguna vez una fuerte intuición sobre algo concreto, que más tarde ha visto realizarse? ¿Quién no se ha movido en algún momento de su vida guiado por señales?... Siempre ocurren cosas extrañas, difíciles de explicar e intentamos buscar una causa, algo razonable algo que sea real, natural pero…. ¿Qué es exactamente lo “real” o “natural”? La magia esta ahí fuera solo hay que saber interpretarla, y lo más importante creer en ella y en todas sus formas en que se nos ofrece.
Esta claro que en todo esto existen dos posturas diferentes; por un lado están los que creen en las casualidades, y por otro lado los que creen que todo acontece por una razón, que nada absolutamente nada ocurre por casualidad. Yo sé en que bando estoy… y tú, ¿lo sabes? Nunca olvides que, “lo real es tan mágico como lo mágico real”.
Si tuviera que dirigirme a esas personas que se muestran remisos a creer en la magia de sus vidas, lo haría de la manera más sencilla sin complicados términos ni grandes debates, simplemente pediría que analizaran cada momento de su vida a fondo y, seguro, segurísimo que algo mágico encontraría. Es cierto que siempre nos hemos aferrado a lo real, a aquello que podemos ver, tocar y como no justificar de algún modo; pero en la vida hay mucha magia, más de la que nos podemos imaginar. Va más allá de las criaturas mágicas que todos nosotros conocemos como son elfos, ninfas, hadas, duendes, unicornios,…; y también de la famosa fea imagen de brujas con escobas y grandes pucheros para sus pociones. La magia la tenemos de forma constante junto a nosotros en cada actividad que realizamos, en lo bueno y en lo malo, desde que nos levantamos de la cama hasta que nos acostamos, incluso en nuestros sueños…
¿Quién no ha tenido alguna vez una fuerte intuición sobre algo concreto, que más tarde ha visto realizarse? ¿Quién no se ha movido en algún momento de su vida guiado por señales?... Siempre ocurren cosas extrañas, difíciles de explicar e intentamos buscar una causa, algo razonable algo que sea real, natural pero…. ¿Qué es exactamente lo “real” o “natural”? La magia esta ahí fuera solo hay que saber interpretarla, y lo más importante creer en ella y en todas sus formas en que se nos ofrece.
Esta claro que en todo esto existen dos posturas diferentes; por un lado están los que creen en las casualidades, y por otro lado los que creen que todo acontece por una razón, que nada absolutamente nada ocurre por casualidad. Yo sé en que bando estoy… y tú, ¿lo sabes? Nunca olvides que, “lo real es tan mágico como lo mágico real”.

